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Zaragoza quiere el telecabina que lleva 13 años sin uso en la Cartuja
Diario de Sevilla | Jueves, 01 de Enero de 1970, 00:00:00
Zaragoza 2008 encargó a una empresa especializada que realizara una tasación económica del telecabina de Sevilla y una evaluación de su estado, con el fin de presentar una oferta de compra al Patrimonio del Estado para reutilizar este activo en la Muestra internacional que la capital aragonesa organizará sobre el tema del agua a orillas del Ebro.
La operación de compra-venta del telecabina, que costó 1.767 millones de pesetas a la Expo 92, tiene un trazado de 2.100 metros y transportó 4.438.857 pasajeros durante la Muestra, está prevista realizarla antes de que concluya diciembre, máxime después de que el Ayuntamiento de Sevilla lleve dos años sin materializar su petición de cesión de este activo al Patrimonio del Estado y de que dejara caer en el olvido una propuesta de recuperación del telecabina planteada oficialmente ante la Gerencia de Urbanismo por Agesa. Un portavoz autorizado de Zaragoza 2008 confirmó ayer la realización de la visita para ver los elementos reutilizables de Sevilla 92. Aunque no quiso ser más explícito, reconoció que la capital aragonesa ha proyectado un telecabina, con tres posibilidades de recorrido: 1) Dentro de la Exposición; 2) Desde la estación del AVE hasta las puertas de la Muestra; y 3) Desde la mismísima plaza del Pilar hasta la isla en que aquélla se desarrollará. Además de por el telecabina, Zaragoza se ha interesado por recuperar las pérgolas de la Muestra sevillana y a tal efecto ha contactado con Puertos del Estado y con antiguos responsables de la Sociedad Estatal, si bien tanto las pérgolas como los viveros de la isla de la Cartuja han sido traspasados recientemente a la Junta de Andalucía. Buena parte de esas pérgolas yacen arrumbadas en la banqueta del río Guadalquivir, después de que tampoco fructificaran iniciativas como la de conformar con ellas un paseo vegetal a lo largo de la calle Torneo. Algunas se han reutilizado en el parque Celestino Mutis (barriada de la Oliva), en la explanada de la estación de Santa Justa, en la dársena del Batán, rodeando el estadio Olímpico (las plantas se abandonaron a su suerte tras su inauguración) y en Espartinas con motivo del certamen de Flora Urbana. Otras han sido sacadas fuera de Sevilla por Puertos del Estado, que las ha instalado en Algeciras para aliviar las aglomeraciones en las operaciones del paso del Estrecho, y en El Puerto de Santa María. Media docena han sido transportadas a la nueva plaza del pueblo de Santiago de la Espada (Jaén). El interés de la capital aragonesa por el telecabina y otros activos de la Expo se produce justo en unos momentos en que se ha reactivado la polémica por la situación del legado del 92, después de que la mitad de los trenes del monorraíl fueran pasto de las llamas. El PP ha anunciado que preguntará al equipo de gobierno municipal en el próximo Pleno si se ha planteado alguna opción para, precisamente, el telecabina. En el texto de la pregunta, los populares recuerdan que el Pleno acordó por unanimidad en abril de 1998 solicitar al Gobierno la cesión gratuita del tren monorraíl y del telecabina al Ayuntamiento. Asimismo, indican que, posteriormente, en enero de 2003, se aprobó, también por unanimidad, una propuesta en virtud de la cual se ratificaba el interés municipal en demandar al Estado la cesión de estas instalaciones. Efectivamente, tal como sostiene el grupo Popular, el Ayuntamiento ha solicitado la cesión del telecabina y de otros activos de la Expo en al menos dos ocasiones y mediante sendos acuerdos plenarios: uno en la época de Soledad Becerril como alcaldesa y otro en la etapa de Alfredo Sánchez Monteseirín. Sin embargo, a la hora de la verdad la Corporación Municipal no ha pasado de una mera declaración de intenciones, sabedora de que la reutilización de los sistemas de transporte panorámico de la Exposición supone un coste económico, sumado al de un mantenimiento anual y al del pago de una plantilla de operarios que los mantenga en activo, unos gastos que no quiere asumir. De hecho, cada vez que Patrimonio del Estado contactó con el Ayuntamiento para abordar el asunto de la cesión, el delegado municipal de Hacienda, Carmelo Gómez fundamentalmente, planteaba exigencias económicas que hacían imposible cerrar el acuerdo. La Corporación tenía referencias del fracaso económico y de público que supuso la puesta en marcha del telecabina en el año 1993, cuando fue abierto el Parque Temático con la denominación de Cartuja. El Parque de los Descubrimientos. Partecsa, la operadora del recinto lúdico, acabó clausurando de nuevo el telecabina, pese a su indudable atractivo, al estimar que le suponía un coste superior a los 100 millones de pesetas. El último y más serio intento por darle una nueva utilidad a este sistema de transporte panorámico se planteó hace dos años y medio, por el interés personal del entonces presidente de Agesa, el sevillano Luis Miguel Martín Rubio. La Sociedad Estatal encargó a la empresa concesionaria del telecabina de la Expo de Lisboa y del existente en Sierra Nevada que revisara todas las instalaciones, compuestas por una estación motriz cercana al puente del Cristo de la Expiración, una estación intermedia (cerca del pabellón de Marruecos), una estación de reenvío (cerca de la escuela de Ingenieros), las grandes pilastras de sujeción del tendido aéreo, los cables de acero y las 108 cabinas climatizadas para luchar contra los efectos del calor de Sevilla, una de las grandes obsesiones de los rectores de la Expo 92. Las cabinas se dotaron de un sencillo y eficaz sistema de refrigeración por energía solar, basado en la captación de agua en la estación motriz para micronizarla sobre el techo y que por efecto de la evaporación la temperatura descendiese en al menos cinco grados centígrados en el interior. Las estaciones estaban muy afectadas por el vandalismo, y el cableado aéreo debía ser sustituido totalmente, según el dictamen de los técnicos, que también adujeron la necesidad de que el telecabina se adaptara la nueva normativa de la Unión Europea para este tipo de transporte. Con este informe, Agesa encargó un estudio para evaluar la viabilidad económica. Se concluyó que el telecabina difícilmente podría ser rentable por sí mismo y que había que incardinarlo en otro plan de mayor enjundia, en el que cobrara sentido y no supusiera una carga. Se estudió la conversión de los terrenos aledaños a la estación motriz de la calle Torneo en un foco de atracción turística, fundamentalmente para los extranjeros, mediante la recreación del Zoco de la Expo a modo de mercado de la artesanía sevillana y andaluza (con artesanos y productos procedentes de, entre otros lugares, Granada y el entorno del Parque Nacional de Doñana) y la construcción de un restaurante de bajo perfil frente por frente del pabellón de la Navegación, en la margen izquierda del Guadalquivir. Una terminal de autobuses turísticos completaría el conjunto. De esta manera, el turista extranjero encontraba un motivo más para disfrutar de un paseo en el telecabina, mientras grabaciones en diversos idiomas explicaban las vistas a la Cartuja y al casco histórico de Sevilla. El proyecto incluía el aprovechamiento, tanto para oficinas como para zonas comerciales, de las dos estaciones del telecabina en la isla. Asimismo, se preveía la posibilidad de aprovechar las 108 cabinas como medio publicitario. Todo el proyecto se planteó por Agesa al Ayuntamiento, en concreto a la Gerencia de Urbanismo, en marzo de 2003. Se proponía la firma de un convenio que comprometiese a la Gerencia, a la propia Agesa y a una empresa privada. El coste de recuperación del telecabina fue inicialmente estimado en unos 480.000 euros. Los costes de explotación resultaban prácticamente equilibrados por los ingresos de explotación (los billetes de viaje más la publicidad en las cabinas) y por la puesta en carga de las estaciones, especialmente por el Zoco de 25.000 m2 de superficie en el entorno de la estación motriz. El proyecto en su conjunto (Zoco, restaurante, terminal de autobuses turísticos, telecabina) requería una inversión aproximada de 5 millones de euros. Según los estudios realizados por Agesa, la rentabilidad global no era demasiado alta, pero sí suficiente, y permitía recuperar para Sevilla activos de la Expo 92. El público objetivo era el turista y se ampliaban las posibilidades de pernoctaciones para los hoteles sevillanos. Como valor añadido, se daba publicidad en el exterior al proceso de recuperación de la isla y a Cartuja 93, ya que fuera aún se cree que el antiguo recinto de la Expo sigue abandonado y lleno de jaramagos. El Ayuntamiento se quedó con el proyecto de Agesa, pero nunca dio una respuesta. Los planes de la nueva Corporación pasan por reconvertir la estación motriz en unas instalaciones para Lipasam, y donde podía ir el Zoco se habilitarán unas pistas deportivas.
M.J.F.