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El legado de Sevilla 92 ante Zaragoza 2008

Diario de Sevilla | Lunes, 26 de Febrero de 2007, 23:12:11

QUINCE años después de la Expo 92, seguimos pagando en España, en términos de mala imagen, un alto precio por la dejación de funciones que hizo el Ayuntamiento a la hora de asumir el recinto de la Muestra Universal como parte de la ciudad.

En Zaragoza viven ahora con euforia la cuenta atrás hacia el 2008, con su exposición internacional sobre el agua, y han invitado a Emilio Cassinello a hablar sobre la influencia de los eventos internacionales en las ciudades. El ex comisario diplomático de la Expo 92 tuvo que aclararle a los periodistas maños y a los asistentes que no es verdad ni por asomo que la Cartuja sea un erial de jaramagos e infraestructuras herrumbadas, sino todo lo contrario, Sevilla ha rentabilizado mejor que las exposiciones anteriores (Bruselas, Osaka, Montreal,...) los terrenos y equipamientos de la misma. Así es objetivamente, aunque desde el punto de vista hispalense echamos en falta la reutilización del monorraíl, el telecabina, los pabellones temáticos, el jardín americano, etcétera. Hacer bien las cosas a su debido tiempo vale por dos. La puesta en marcha de Cartuja 93 era difícil y coincidió con una recesión. Pero más complicado es con la ausencia de planificación municipal y autonómica. Algunos se envainaban su ansia de protagonismo y no querían ni salir a escena para afrontar el papel de su vida. Basta un ejemplo: tardaron ¡tres años! en reabrir el Teatro Central. Zaragoza prevé siete millones de visitas a su exposición, de segundo rango respecto a la de Sevilla, que tuvo 42 millones de visitas. En la capital aragonesa están contentos por haber agotado la venta de 30.000 pases de temporada, al precio de 210 euros (35.000 de las antiguas pesetas). En Sevilla, Pellón cortó la venta a un mes del inicio cuando se habían adquirido ya 350.000, que costaban 30.000 pesetas de las de hace 15 años. La Expo 92 fue una suma de récords que perduran en el tiempo, y todos no fueron a pesar de Sevilla sino gracias a Sevilla.

Juan Luis Pavón