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Alfredo Sánchez Monteseirín: «O las obras se hacían ahora y de esta manera, o no se hacían»

ABC | Lunes, 30 de Octubre de 2006, 22:46:29

El alcalde, en un momento de la entrevista.
/ROCÍO RUZ

A punto de afrontar la recta final de su segundo mandato, el alcalde defiende su gestión, justifica la avalancha de obras que soporta la ciudad y analiza la contienda electoral en la que aspira a ser reelegido. -Una vez confirmado como candidato, afronta ahora su tercera campaña electoral. ¿Usted es de los políticos que considera que la campaña decide votos, o solamente los confirma?

-Creo que los ciudadanos no te votan tanto por lo que has hecho como por lo que te comprometes a hacer, pero la credibilidad tienes que ganártela cumpliendo los compromisos adquiridos cuatro años antes. -Más allá de la credibilidad de su gestión, ustedes han destacado la debilidad de sus rivales, y en la militancia hay cierta percepción de que así se las ponían a Felipe II. ¿No es peligroso? -Sí, hay un riesgo, no hay que confiarse. Pero está claro que si no han habido candidaturas más fuertes contra mí es por la fortaleza de mi propia candidatura. El proyecto político que encabezo es muy fuerte y se fortalece cada día con el cumplimiento de lo programado. Ante esa fortaleza, nadie ha querido arriesgar: nuestra fuerza produce la debilidad de los otros, y no a la inversa. -Pues no todo el mundo en su partido parece percibir esa fortaleza. Su designación sólo se cerró tras un encendido debate... -Sí, pero fue de barra de bar. De comentarios, cotilleos... Siempre ocurre cuando llegan estas fechas. Pero nadie ha llegado a formular seriamente ningún tipo de alternativa. Son conversaciones de gente ociosa, que no tiene otra cosa que hacer. -Bueno, las especulaciones tenían una base objetiva, como es el reiterado mal resultado que ofrece usted en las encuestas, con una intención de voto por debajo de la «marca» PSOE. -Sí, pero yo ya he pasado por eso en el 99 y en el 2003. Entonces habían también encuestas y comentarios que no apostaban por mí, y sin embargo incrementamos sobremanera el número de votos y concejales. Siempre que el PSOE me ha puesto al frente de un proyecto hemos salido victoriosos. -¿Qué es lo que falla entonces? ¿Su imagen, la transmisión de su gestión, el entorno? -Hay dos elementos: la gran hostilidad que hay por parte de sectores de la derecha política, en la línea de lo que ocurre en toda España, y un alto nivel de exigencia por parte de los sectores más proclives a nuestras posiciones, que se acentúa a nivel local. Es lógico, las ideologías en una gran ciudad como Sevilla se están examinando a cada momento, cada día. -Una vez designado, a falta de culminar el proceso orgánico, empieza otra guerra, como es la elaboración de las listas. ¿Quién las va a decidir? -Las decidimos los órganos del partido. Los miembros de las Ejecutiva provincial que presido, consultando al alcalde y a las agrupaciones, haremos una propuesta que debe tramitarse a nivel regional y aprobarse a nivel federal. En Sevilla capital tendremos en cuenta, como en otras capitales, que tenemos la Alcaldía. -¿El número dos será mujer? -Sí, es tradición, aunque no es imperativo. -¿Algún nombre? Es previsible que la Ejecutiva provincial apueste por Susana Díaz. -Aún es pronto. Pero Susana Díaz se ha autodescartado, porque no sería compatible con su cargo orgánico. -¿Tiene la percepción de que se juega su reelección con las obras del Metrocentro? -Hay dos hitos mucho más importante que las obras, quizás menos aparatosos, de los que me siento muy orgulloso: la creación de empleo y la construcción de viviendas protegidas. Creación de empleo generado gracias a la intervención del Ayuntamiento en proyectos tan importantes como el Airbus 400M, el Puerto de Sevilla o el traslado de grandes empresas como Cruzcampo o Abengoa, que traen a Sevilla la centralidad de sus empresas. Hasta hace poco ésta era una de las capitales del paro, y estamos caminando hacia el pleno empleo cualificado. Y las viviendas: en los últimos tres años, la empresa municipal de la vivienda ha construido más que en los 16 años anteriores de historia de la entidad. Estoy muy orgulloso de haber conseguido empleo de calidad y vivienda asequible, dos grandes demandas ciudadanas. -Muy loable, pero explíquele eso al ciudadano que no puede llegar a su casa por las obras... -Las obras son un engorro, pero eso ya se sabe. Y también se sabe que cuando se terminan y empiezan a disfrutarse, uno se olvida de esas incomodidades y empieza a disfrutar de sus resultados. -Y para eso tienen que terminar antes de las elecciones, claro. -O no. Yo ya he concurrido a unas elecciones con grandes obras terminadas y otras sin terminar: el Paseo Colón, los jardines del Cristina, Virgen de Luján, los aparcamientos... se trata más de recuperar la normalidad de la vida ciudadana lo antes posible, terminar cuanto antes las obras sobre todo en la afectación ala vida cotidiana, especialmente el tráfico. La clave está no tanto en la terminación de las obras como en que en Sevilla se va imponiendo la mentalidad de que hay que superar una maldición que lleva a pensar que política y electoralmente es más productivo no hacer nada que hacer mucho. Yo voy a quebrar esa maldición que pesa sobre la ciudad, y que sólo se rompió para las obras de la Expo. -Usted insiste en evocar el espíritu de la Expo para justificar sus obras, pero la referencia es peligrosa, porque el PSOE perdió las elecciones de 1991. ¿Se le aparece a menudo el fantasma de Manuel del Valle en sueños? -No perdimos las elecciones, perdimos la Alcaldía. Hicimos autocrítica y concluimos que se habían concentrado las inversiones sobre el recinto de la Expo 92 y se había dejado de lado las obras en la ciudad y específicamente en los barrios. Y ese flanco yo lo tengo cubierto desde primera hora. Mire, yo no me he planteado nunca desde el punto de vista político que el gran reto fueran las obras en el centro, para mí el gran reto eran las obras en los barrios. Y lo demás ha venido por añadidura. Las obras son para hacer habitable el centro y evitar el colapso, porque el centro no puede ser invadido por los coches: la esencia de la ciudad está en el disfrute de las calles por los peatones, eso es lo que yo llamo la ciudad de las personas. Las obras son la solución, no el problema. -Pero las críticas no se centran tanto en el fondo, en la necesidad de los trabajos, como en la forma. ¿Era necesario hacer todo esto al mismo tiempo, perjudicado notoriamente a los ciudadanos? -Si en su tiempo se hubiera hecho la obra de la Encarnación, se hubiera afrontado la renovación de la Alameda, si en su día en lugar de estar en la inacción se hubiera actuado sobre la Alfalfa, si se hubiera avanzado progresivamente en la peatonalización, si no se hubiera sido tan incapaz de prologar el espíritu del 92, hoy no se nos hubieran acumulado tantas asignaturas pendientes, y no hubiéramos tenido que haber afrontado de forma tan vertiginosa estos atrasos. -Bueno, usted lleva gobernando siete años. Algo de culpa tendrá también. -Yo empecé el primer año. Pero no se trata de actuar aquí y allí parcheando, hay que tener una estrategia. Y elaboramos esa estrategia, que era el Plan Estratégico, y lo hicimos contando con la sociedad en su conjunto. Y luego el PGOU. Desde el primer día trabajamos en esto. Es verdad que ahora es cuando están llegando los primeros grandes frutos. Cuando se hacen bien las cosas, de manera planificada y participativa, tienen estos plazos. -¿Y la prisa? ¿No es contradictorio que proyectos tan ambiciosos y tan planificados se quieran terminar todos al mismo tiempo en sólo unos meses? -Mire, o se hacía ahora o no se iba a hacer nunca. Y se hacía de esta manera o no se podría hacer de ninguna forma. ¿Las prisas? Yo no tengo ninguna prisa. Lo importante es que el proceso que estamos realizando está lleno de rigor. -¿No tiene nada que ver con la elecciones? -El ritmo viene marcado por el propio calendario de la ciudad. Estas obras había que hacerlas, fundamentalmente la Avenida, entre la Semana Santa de 2006 y la de 2007. ¿Por qué no antes? Porque no estaba todo el recorrido previo que hay que hacer para una obra. Esas son mis únicas prisas. -Pero alcalde, es difícil no considerar electoralistas decisiones como construir catenarias y alquilar vagones provisionales para que el Metrocentro pueda funcionar antes de las elecciones... -Mire, la idea del Metrocentro surge fundamentalmente de la necesidad de adelantar la comunicación del centro con las líneas del Metro. Dirán: bueno, hay una línea 2 que va a transcurrir por el centro. Cierto. Pero mientras llega esa línea, que vendrá después de la 3 y la 4, había que buscar una solución para evitar que el centro de la ciudad se nos cayera ambientalmente, monumentalmente, vitalmente y comercialmente. Y ahí surge la necesidad del tranvía, que se llama Metrocentro porque comunica la línea 1 del Metro con el centro de Sevilla. Pues bien, las obras las estamos haciendo de acuerdo con esa demanda del centro de la ciudad. No estamos inventando, lo hacen todas las grandes ciudades de nuestras características. Y la fórmula que hemos buscado es de ir a la vanguardia: vamos a comprar un material móvil para el Metrocentro que sea el más avanzado y pueda funcionar en el mayor tramo posible con baterías y sin catenarias. Pero ese material no existe, y nos lo tienen que fabricar, y para fabricar algo de esas características se necesitan dos años. ¿Y qué le decimos a la empresa que en su día sea adjudicataria? Usted me tiene que facilitar unos vehículos que den servicio hasta que lleguen los definitivos. Podríamos haber dicho: mientras tanto, nos quedamos con los brazos cruzados. Pues no, usamos unos vehículos que nos deben facilitar la concesionaria. -¿Le preocupa que el retraso del Metro eclipse el resto de obras? -No, el retraso de la línea 1 está perfectamente asumido por la ciudadanía. Las razones que se han dado y los acontecimientos que por desgracia nos han dado la razón en otras ciudades han hechos que los sevillanos acepten un retraso para garantizar la seguridad. -Confiéseme una cosa: de todas las obras en marcha, ¿Cuál es su niña bonita, la que le ilusiona especialmente? -Muchas, pero de lo que más me gusta hablar es de las obras medioambientales que estamos haciendo, que son menos conocidas. Hay un convenio con la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir por 24.000 millones de pesetas que va a suponer la adecuación ecológica y paisajista de la ribera del Guadalquivir en toda su extensión urbana y una ingente inversión en creación de nuevos partes. Históricamente, el río era la puerta de atrás de Sevilla, quizás por el recuerdo de las inundaciones. En el 92 se dió un gran cambio, y ahora vamos a darle otro. Desde el 92 no se había hecho nada. -El escándalo de las facturas de Acudex provocó un «deja vú» en su gestión. ¿Es que no se puede terminar con estos escándalos? -Desde que yo estoy de alcalde, se ha ido endureciendo el control de las subvenciones y sus justificaciones. Los controles y la escrupulosidad de hoy no tiene nada que ver con otros tiempos. Siguen habiendo errores, pero el Ayuntamiento cada vez es más duro. Suena ridículo que con la que está cayendo la única cantinela desde la oposición sea volver una y otra vez sobre errores administrativos, incluso cuando son detectados y no llegan a producirse. Es porque hay una falta total de proyecto alternativos. -¿Cree que parte de su voto depende de las subvenciones que otorga el Ayuntamiento? -Para nada. Eso es un cliché como el del voto cautivo. La derecha suele decir que si no le votan a ellos, es que están comprados: eso es una falta de respeto repugnante a los ciudadanos. Además se refleja sobre los sectores populares: ¿qué pasa, que por ser de los barrios, gente sencilla y humilde, se venden y no deciden libremente? Por favor... -Bueno, cuando usted canceló las subvenciones a Unidad tras los escándalos, le amenazaron públicamente con retirarle el voto. Ahí sí parecía haber una causa- efecto entre voto y subvención. -Aquello fue una especie de protesta laboral de quienes tenían un sueldo de la federación. Las cosas en su sitio. No era una protesta de dirigentes vecinales. La mayoría de las protestas que recibimos en la puerta del Ayuntamiento tienen que ver con personas que de forma directa o indirecta su salario depende del Ayuntamiento. -¿Cómo es la Sevilla que se imagina dentro de cuatro años si sigue como alcalde? -Hemos conseguido blindar a la ciudad de la especulación urbanística: será una ciudad para las personas. Tras las obras, mi prioridad va a ser fundamentalmente lo paisajístico, los jardines, el cuidado, el mantenimiento de lo que estamos haciendo. La gran importancia de las pequeñas cosas. Y, claro está, los próximos grandes retos: la SE-40, la SE-35, las líneas 1,3, 4 y parte de la 2; nuevos cercanías... Y la reordenación de Nervión, nuevas comisarías, centros de salud... Pero el objetivo básico será rematar y exornar la ciudad. La casa ya estará hecha, y entonces habrá que mantenerla y decorarla. Vamos a poder hacerlo una vez que hemos desterrado la especulación mediante el PGOU. Sevilla capital es en estos momentos una zona franca libre de especuladores, porcentajes y comisionistas. De eso me siento también muy contento. Hay quien dice que por eso han saltado el río, porque aquí ya no hay oportunidades. Había muchas presiones, pero se han encontrado con la fortaleza de este gobierno.

Manuel Contreras

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